Aunque se supone que nuestros antepasados ya la disfrutaban
desde mucho antes, los datos más antiguos que demuestran la elaboración de
cerveza en nuestro país se remontan al 3000 aC, concretamente en la cueva Can
Sadurní, en el Baix Llobregat. Pese a no contar con investigaciones que
profundicen en los detalles se da por hecho que a lo ancho y largo de todo el
Mediterráneo se elaboraba y consumía cerveza desde hace miles de años. Así lo
demuestran múltiples hallazgos de molederas de grano y utensilios de cerámica
que pueden relacionarse con el proceso cervecero.
Su denominación primitiva era Caelia y aunque sabemos que era una bebida
habitual entre los pueblos prerromanos que habitaban la Península, no sabemos
cuánto se parecía aquella bebida alcohólica elaborada a partir de la cebada a
lo que hoy conocemos como cerveza. Gracias
a los cronistas conocemos que existían, al menos tres estilos diferentes de
cerveza : La Caelia (propiamente dicha), la Cerea y la Zhytium. El vino no
acabaría por generalizarse en toda la región mediterránea hasta la llegada de
las legiones romanas con el cambio de era. Para los colonizadores romanos, la
cerveza era considerada como una bebida con connotaciones negativas más propia
de los bárbaros.
Con la decadencia y caída del imperio romano y con las
consiguientes invasiones de pueblos centroeuropeos, la costumbre de elaborar y
consumir bebidas alcohólicas obtenidas a partir de la cebada se vuelve a imponer
sobre las obtenidas de la uva. Dadas las favorables condiciones de la península
para el cultivo de la vid, la elaboración del vino persistiría y conviviría con
la de la cerveza durante un tiempo. Pero todo comenzaría a cambiar de nuevo a
partir del año 711, con la irrupción de los musulmanes en la Península. En
efecto, tras la disolución de los reinos visigodos, el consumo de bebidas
alcohólicas se convertirse en escaso y las referencias documentadas acerca de
nuestra bebida prácticamente desaparecen. De lo poco que se sabe acerca de la
cerveza durante la Edad Media en España es que se elaboraba en los monasterios
y era aromatizada con mirto y lúpulo. No es hasta finales de la época medieval
cuando se comienza a generalizar el uso de lúpulo.
Durante buena parte de la Edad Media, la producción cervecera quedó relegada a los conventos y monasterios. |
A finales del s.XVII en Madrid se producían unos 250.000
litros de cerveza anuales. Dado el auge que adquiría la bebida poco a poco,
captó la atención de los monarcas que debían de encontrar formas para sufragar
los dispendios con los que esquilmaban las arcas públicas. Así, Carlos II, El
Hechizado, dispuso en 1676 un impuesto extraordinario sobre la cerveza para
pagar los gastos de su boda con María Luisa de Borbón (Desde entonces y hasta
nuestros días, para los efectos, poco ha cambiado, y la cerveza continúa siendo
gravada por impuestos que no atañen, por ejemplo al vino, bebida con más
graduación alcohólica y que, al contrario que la cerveza, es considerada
legalmente como alimento). Los intentos por controlar a esta bebida alcanzan su
máximo cuando en 1701 su producción se convierte por decreto en monopolio del
Estado. Tras la Guerra de la independencia, en 1813, comienzan de nuevo a
aparecer nuevas factorías privadas. A
mediados del siglo XIX son numerosas las pequeñas fábricas existentes en España
y se inicia el cultivo del lúpulo a gran escala en la meseta norte. Hasta
entonces, las cervecerías habían dependido totalmente de las importaciones de
Alemania y Bélgica.
Anuncio de "La Extremeña", cervecera de Llerena que funcionó hacia 1955 |
A comienzos del siglo XX ya se producen quince millones de
litros anuales de cerveza en España y comienzan a surgir las grandes compañías
cerveceras. Por esas fechas comienza a funcionar en Badajoz las fábricas de
Luis Montalbán y de Aquilino Portillo respectivamente(Ambas entre 1890 y 1905). Otras pequeñas fábricas
de la época son la de César Guillardi en Olivenza (1890 - 1905); las de Juan Cuesta (1930) y la de Ernesto Quirós (1930) en Don Benito; la de D. Rodríguez en Villafranca de los Barros (1935-1940); la de Julián García (1930) en Zafra y las de “Cervezas La
Extremeña” (1955) y Julián Rodríguez (1930) en Llerena (esta última, posteriormente se trasladaría a
Mérida y pasaría a llamarse “La Emérita” donde fue absorbida por "La Cruz del
Campo"). Estas son algunas de las pequeñas fábrica que comienzan a proliferar en
Extremadura y en toda España, convirtiendo a la cerveza en un producto muy
implantado en las clases populares. Estas pequeñas fábricas poco a poco
aumentarían su producción y acabarían siendo absorbidas por cerveceras mayores.
Tal es el caso de la cervecera EL Gavilán, implantada en Mérida en 1959. En
1970 Cervezas el Águila compra todas sus acciones y en 1989 Heineken absorbe a
Águila y la factoría emeritense cierra sus puertas.
Los inicios industriales cerveceros en España coinciden con
el desarrollo de un estilo concreto de cerveza en la ciudad de Plzen (Actual
República Checa). Se trataba de una cerveza elaborada con maltas poco tostadas,
muy clarificada y carbonatada y con un amargor muy ligero procedente de los
lúpulos Saaz. Estas cervezas darían en llamarse “Pilsner” y serían las que se
pondrían de moda en aquel momento en Europa y las que se propagarían en todas
las nuevas cervecerías españolas. Por primera vez, y gracias a los equipos de
frío industriales y a las mejoras tecnológicas, se comenzaron elaborar en
nuestro país cervezas de baja fermentación, pues hasta entonces todas habrían
sido de tipo Ale.
El ocaso y cierre de la extremeña Cerveza Gavilán fue un caso típico de la ola de absorciones de pequeñas y medianas cervecerías por parte de grandes empresas a mediados y finales del siglo XX. |
Con la Guerra Civil, la producción de cerveza se interrumpe
prácticamente, hecho que se agrava durante la posguerra, debido a la carestía
de materias primas. Para cuando la cerveza comienza a resurgir de nuevo en
España, lo hace en los sesenta de la mano de la explosión del turismo. La
cerveza se populariza definitivamente a la vez que se arraiga su concepto como
bebida de refresco, tan distinto al concepto de cerveza de degustación o para
beber durante todo el año, de países con más tradición cervecera.
Durante los setenta, el consumo de cerveza sigue aumentando
hasta que en 1982, por primera vez en la historia de nuestro país, iguala al
del vino. Desde entonces el consumo de cerveza en España no ha dejado de
aumentar así como la distancia que le separa del vino. A finales del siglo XX
se empiezan a ver en los mercados algunas marcas de importación que rompen
tímidamente el monocromo panorama de las Pilsner españolas. Los consumidores
comienzan a descubrir que hay todo un mundo más allá de las cervezas ligeras,
pálidas y muy frías que inundan nuestros bares y tiendas. Parece que poco a
poco comienza a intuirse lo que está a punto de suceder.
Y es que, llegados a este punto de la historia, comenzando
el siglo XXI, empieza a tener presencia en nuestro país y en Extremadura un
interesantísimo fenómeno que vendrá a revitalizar el mundo de nuestras
cervezas. Se trata de la irrupción de las cervezas artesanas. Pero eso es un
capítulo que bien merece un próximo artículo.
Muy buen post, con bastantes datos históricos.
ResponderEliminarUn saludo.