Este punto está muy
relacionado con el anterior, sobre todo
porque radica en la eficiencia de los sistemas de producción. Pero no sólo esta
es la variable que repercute en el mayor coste de cualquier producto (no sólo
de la cerveza) producida en cantidades más o menos modestas sobre el otro
producido en cantidades gigantescas. También se trata del encarecimiento de las
materias primas, envases, etc,… al tratarse de volúmenes reducidos. En este
sentido, resulta gráfico comparar los varios palets de botellas de vidrio que
pueda utilizar una cervecería artesana de tamaño normal, en un mes, con los
numerosos trailers de palets de envases que una fábrica industrial consume
diariamente. Evidentemente los costes por unidad se encuentran bastante alejados. Además de la
eficiencia de los equipos y de los costes de materias y otros productos, también
es relevante el volumen de la mano de obra. Ni que decir tiene que, en este
sentido, nada tiene que ver un proceso automatizado con uno artesanal y en gran
medida manual, del mismo modo que guardan poca relación las horas de trabajo
invertidas en la elaboración de un litro de cerveza fabricado en una factoría
que al día produce varios millones de litros con otra que produce algunos miles
al mes. Según un cálculo estimado, la elaboración de un litro de cerveza
artesana conlleva la utilización de 0,09 horas de mano de obra, mientras que la
de un litro de cerveza industrial 0,00026. Dicho de otra forma, con la mano de
obra necesaria para hacer un litro de cerveza artesana, se pueden hacer 346 de
cerveza industrial. Una diferencia tan abismal, evidentemente, repercute en los
costes y en el precio final del producto.
Poco tienen que ver los volúmenes y los costes en una producción artesana (arriba, nuestro almacén de Cervezas Arcadia), con las gigantescas magnitudes que maneja una cervecera industrial (abajo, fábrica de una conocida marca en Sevilla).
4: CAPACIDAD DE CONSERVACIÓN
Por regla general, las cervezas artesanas, al contrario que
las industriales, no están pausterizadas, lo que las convierte en un producto
perecedero y sumamente frágil frente a cambios externos y frente a condiciones
de conservación deficientes. Así, mientras que una cerveza industrial es una
bebida inerte y estabilizada, que soporta grandes rangos de temperaturas y
condiciones sin ver alteradas sus cualidades, una artesana contiene una
población importante de levaduras vivas, por lo que se trata de un producto
literalmente vivo. Ello conlleva las ventajas de un producto fresco, dinámico y
en evolución, aunque también sus inconvenientes. Para conservar una cerveza de
elaboración artesanal en perfectas condiciones hasta que llega al consumidor,
es preciso que haya mantenido unas condiciones muy concretas, sin haber
sobrepasado nunca de los 20-25 grados centígrados, sin haber sido sometida a
movimientos bruscos y sin haber sido expuesta a la luz directa durante mucho
tiempo. Ello supone un manejo, tanto en el almacenaje como en la distribución,
que evidentemente repercute al alza en el precio final. Por las mismas razones,
al tratarse de un producto perecedero y fresco, se suele estimar una caducidad
de doce meses para una cerveza artesana, mientras que para una industrial es
habitual fijarla en 5 ó 6 años, con el abaratamiento de costes que esto último
conlleva.
PRODUCCIÓN LOCAL Y ARTESANA
Obviamente nunca pueden ser iguales los costes de un
producto cuyo origen se encuentra en una producción artesana que otro
proveniente de una producción industrial. El primero -ya sea una cerveza, una
cesta de mimbre, un queso o un pan- lleva a sus espaldas un esmero y una
dedicación en la elaboración imposible de encontrar en un producto
estandarizado. Tras el desarrollo de estos productos se encuentra una cantidad
de esfuerzo humano y de saber hacer que jamás podrían tener aquellos artículos
y objetos de consumo elaborados por sistemas de producción automatizados y
cuyas características están controladas y determinadas al milímetro en función
de los deseos del mercado. Estos segundos, con sus altos grados de eficiencia y de abaratamiento
de costes, acompañados de las correspondientes campañas de marketing y campañas
publicitarias, garantizan unos volúmenes de venta acordes con producciones tan
gigantescas. Y ello a su vez permite reducir los márgenes. No podemos decir lo
mismo de producciones artesanas, que por el contrario, poseen unas cualidades
que las convierten en productos únicos en los que las personas se encuentran
detrás de absolutamente toda la cadena de desarrollo del producto. Así, una
cerveza industrial de determinada marca, es prácticamente idéntica en Jaén y en
Santander (Incluso en ocasiones podríamos afirmar que, incluso de marcas
distintas, dos cervezas Pilsner industriales de distintas marcas pueden llegar
a tener pocas diferencias), mientras que
las cervezas artesanas poseen la riqueza de estar elaboradas por pequeñas
empresas que dan lugar a productos totalmente distintos entre sí y con
personalidades marcadas. Allá donde haya una cervecería artesana, existirá al
menos una cerveza única e irrepetible, y eso, de una u otra forma, tiene que tener un precio.
Buen trabajo chicos!!
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